Descripción
Elaborada con queso de pastor tradicional, se trata de uno de los sabores más distintivos de nuestra tierra. Como con los quesos, nuestra trufa permite una gran flexibilidad, ofreciéndonos momentos variados: a temperatura baja, encontraremos una trufa crujiente, de sabor marcado y salinidad contenida, que evolucionará en boca; y a medida que nos acercamos a la temperatura ambiente, notaremos cómo la presencia del queso y su salinidad afloran notablemente, impregnando nuestro paladar de forma envolvente y haciendo al queso protagonista de nuevo.
Con este vino, descubriremos las características propias de la garnacha navarra: un sabor ligeramente especiado y a frutas negras, que hacen de este caldo, una alternativa sabrosa y equilibrada, con mucha personalidad. En boca, percibiremos cómo ambos sabores evolucionan, combinándose y equilibrándose, envolviéndonos el paladar con el sabor umami.
Ritual de cata:
Temperatura de las trufas: temperatura ambiente
Temperatura del vino: 15 – 16 ºC aproximadamente
Probaremos primero la trufa, con un pequeño bocado, dejando que desarrolle el sabor en boca. Al principio notaremos el sabor lácteo y curado del queso y según la trufa consiga subir de temperatura en boca, iremos notando la salinidad. Con ese sabor aun en la boca, probaremos el vino. Identificaremos un vino con gran presencia y con notas a frutos negros, que se fundirá con el sabor del queso y nos dejará en boca un sabor umami.
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